viernes, 3 de septiembre de 2010

Capítulo 6

Llegué al rellano de mi piso, y tras buscar las llaves en mi bolso y conseguir abrir la puerta, entré.

- ¡Ya estoy aquí! – solté las llaves sobre la mesita de entrada. - ¿Aitor? – Grité un poquito, intentando que me contestara… pero nadie respondió. - ¿Aitor? – Insistí mientras soltaba mi bolso sobre el sofá – Aitor, ¿estás en casa? – volví a decir su nombre, esperando una respuesta mientras me asomaba a la cocina, y a continuación a su habitación... pero nadie respondía. Metida en su habitación, escuché como abrían la puerta del piso y lanzaban con suavidad unas llaves sobre la mesita. – ¿Aitor? – me asomé al salón.
- Ese soy yo – sonrió al verme.
- Joe, que susto me has metido…
- ¿Yo, porqué? – me miraba riendo un poco.
- Porque he llegado y no te encontraba…
- ¿Qué te piensas, que me voy a fugar día si y día no? – se sentó sobre el ‘’brazo’’ del sofá, mirándome.
- No sé… pero no me haría ninguna gracia que te fueses de nuevo, y menos justo ahora – lo miré seria.
- Nathalie, solo fui a buscar trabajo tal y como me pediste esta mañana… - soltó una sonrisita, pero al ver de nuevo mi cara tuvo que quitarla - ¿Qué te pasa? – me miraba fijamente y con preocupación.
- ¿Enserio quieres saberlo? – le seguí la mirada fija.
- Si si, por supuesto… no me gusta nada verte así – se levantó, me agarró la mano e intentó que me sentase con él. Pero yo me negué quitándole la mano.
- Voy a preparar algo de comer y ahora te cuento… - me dirigí a la cocina.

Aitor no me siguió el paso como siempre, simplemente se volvió a sentar en el ‘’brazo’’ del sofá esperando a que volviese. No quería agobiarme más de lo que parecía estarlo, así que lo respetó.

Al cabo de unos minutos, volví al salón con una serie de platos con comida.

- Vaya, vienes con hambre ¿eh? – rió un poco al ver tanto plato mientras se sentaba bien en el sofá.
- Si, un poco – reí con él, sentándome luego a su lado.
- Bueno, y… ¿me vas a contar lo que te pasa? – me miraba.
- Si, supongo que en algún momento te lo voy a tener que contar… así que prefiero que sea ahora. – suspiré y lo miré, cogiendo después un poco de aire. Él me miraba atento.
- Aitor… - me paré unos segundos – me voy el lunes… - lo miraba fijamente y seria.
- ¿El lunes? ¿A dónde?
- Lejos… fuera de España.
- Ah bueno, pero ¿cuánto vas a estar?, ¿una semana? ¿dos quizás?
- No no… voy a est… - me interrumpió.
- ¡A bueno, me asustaste! – rió – entonces ¡vas a estar en nada aquí! ¡Creía que te ibas mucho más tiempo! – seguía riendo un poco mientras se llevaba algo de comida a la boca.
- Aitor… - posé mi mano sobre la suya – no sé cuando voy a volver… es más, no sé ni si volveré. – lo miré. Su reacción fue un poco fría. Recuerdo que cuando escuchó aquello se le calló el tenedor de las manos, y me miraba sin saber que decir, como si de repente se hubiese quedado mudo.
- E… estás de… de broma… ¿verdad? – me miraba como asustado.
- No, bien sabes que yo no bromeo nunca con estas cosas…
- No, no puede ser… - se levantó del sofá rápido - ¿Me estás diciendo que te vas fuera de España y que a lo mejor no te vuelvo ni a ver? – daba vueltas de un lado a otro, mirando al suelo. – No, no puede ser… esto tiene que ser un sueño… un mal sueño… – se le notaba su nerviosismo.
- Aitor… - pronuncié su nombre, intentando que me escuchase, pero no lo hizo. – Aitor… escúchame… - me dirigí hacia él al ver que no hacia caso cuando le llamaba. Pero nada, ni se inmutaba. - ¡Aitor! – grité su nombre justo cuando le agarré del brazo y lo paré frente a mi. – Aitor, esto no quiere decir que no nos volvamos a ver…
- No te creo… - ni si quiera me miraba a la cara.
- ¿Cómo que no me crees? – le agarré la cara con las manos, haciendo que me mirase – Aitor, hagamos una cosa… - lo miré fijamente a los ojos – …te prometo que siempre que pueda vendré a España.
- Me voy contigo – soltó de golpe.
- ¿Qué? – me quedé parada - Aitor, no puedes irte así por que sí.
- Nathalie… - me agarró las muñecas – me da igual a donde tenga que ir… yo me voy contigo.
- No, ¡es una locura! – me solté.
- Me gustan las locuras. – volvió a cogerme de las muñecas – Además, ya me fui una vez, no creo que irme de nuevo me haga mal… y menos aún si es contigo, ¿no crees? – se acercó más a mi.
- No… Aitor, tu te quedas aquí… por favor, no hagas locuras, por mucho que te gusten. – me solté de nuevo. A lo que él soltó un suspiro de desesperación. – Lo siento… - me dirigí a mi habitación, dejándolo a él solo en el salón. Pensé que era lo mejor en ese momento.

Al escuchar aquello, Aitor no supo reaccionar. Solo hizo un gesto de impotencia: pegarle una patada con fuerza al sofá. Creo que, por el momento, era lo mejor que le salía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario