lunes, 6 de septiembre de 2010

Capítulo 8

Ya era sábado noche. Hacía frío en la calle, como un día cualquiera de Febrero. Aitor y yo nos encontrábamos sentados en el sofá viendo la TV, aburridos. Ambos nos mirábamos y suspirábamos al ver como solo emitían programas de cotillas o películas chorra.

- Nathalie…
- ¿Qué…?
- ¿Qué se supone que estamos haciendo?
- No lo sé… supongo que zapping – seguí pasando canales.
- Ah… - se calló, suspirando.
- Aitor…
- ¿Qué…?
- Me aburro…

Ambos suspiramos, sin saber que hacer.

- Oye, ¿y si damos una vuelta? – propuse.
- Si, pero… - me miró – oye, tu no pretenderás despedirte de España así, ¿no? Porque vaya aburrimiento – rió.
- Eso parece… -reí con él. A lo que él se quedó pensativo.
- ¡Pues no lo pienso permitir! ¡Ahora mismo nos vamos de fiesta! – se levantó, agarrándome luego del brazo y haciendo que me levantase del sofá.
- No no, que te conozco y luego me dejas sola porque te vas con una ‘’amiguita’’ – dije irónica.
- ¿Qué pasa? ¿Estás celosa? – me miró, sonriendo por mi actitud.
- ¿Yo, celosa? ¡JÁ! – reí irónica.
- Oye, que si estás celosa… nos quedamos en casa y lo celebramos nosotros solos – sonrió pícaro.
- ¿Eeeeeeeeeeeh? – dije impactada por el comentario – No, mira… casi mejor nos vamos de fiesta – reí, metiéndome en mi habitación.

[…]

Aitor se encontraba en el salón, arreglado, y dando vueltas de un lado a otro mientras esperaba que yo terminase.

- Nathalie, ¿cuánto te queda? - preguntó impaciente.
- ¡Ya voy!
- ……………….Nathalie……….
- ¡Que voy!
- ……………….Nathalie………..
- ¡Que voy, pesado! – salí de mi habitación.

Al escuchar como abría la puerta, se giró, observándome junto a ella.

- ¿Y bien? ¿Qué tal estoy? – sonreí, dando una vueltecita.
- Oye, yo mantengo lo de quedarnos en casa solos – reí un poco al ver como me miraba de arriba abajo, sin parar.
Llevaba puesto un pantalón ajustado gris; una camisa negra y blanca a cuadros, a la cual le había dejado unos cuantos botones sin abrochar; y unos tacones negros; todo esto acompañado de mi pelo suelto y liso, más un poquito de maquillaje, lo justo.

- ¡Cierra la boca, que te van a entrar moscas! – seguí riendo mientras le posaba la mano bajo su barbilla. – Por cierto, tu también estás muy guapo – sonreí al ver lo bien que le sentaba esa camiseta blanca ajustada y ese pantalón vaquero.
- Bueno, menos mal que esta vez me lo dices – rió. Le seguí la risa mientras salíamos del piso.

[…]

Una vez dentro del local, nos dirigimos a la barra, donde automáticamente una chica se acercó a Aitor. Ésta sonreía y no paraba de coquetear con él. Bebí de mi copa mientras observaba de reojo tal escenita. La tipa era guapa, pero parecía un poco ligera de andadas.

De repente, un chico se acercó a la barra, posando sus brazos en ella, justo a mi lado. Parecía dispuesto a pedir algo de beber, y así lo hizo.
Al rato, yo me dispuse a pedirme otra copa de lo mismo que acaba de terminarme, pero el camarero no se enteraba de mis llamadas.

- ¿Quieres que te ayude? veo que no se da cuenta – me dijo aquel chico. A lo que yo le asentí con la cabeza, y él a continuación llamó al camarero, consiguiendo que viniese hacia a mi y me pidiese otra copa.
- Gracias… - le sonreí algo tímida.
- No hay de que – me devolvió la sonrisa – Por cierto, soy David – seguía sonriendo.
- Yo soy Nathalie, encantada – le di dos besos.

Durante largos minutos estuve conversando con aquel chico, bueno, dentro de lo que se podía con el alto volumen de la música.

- Oye, y… ¿tienes novio? – preguntó de repente.
- Pues la verdad es que no – reí leve – y, ¿tú novia? – pregunté algo tímida.
- No, la verdad es que tampoco.

Ambos nos miramos y echamos a reír por la situación, como si fuésemos dos adolescentes.
Parecía un chico tímido, como yo, y además muy simpático y agradable. No era un bellezón, ni tampoco feo… era normal, del montón. Pero en aquel momento no me fijaba mucho en su físico, ya que llevaba como una hora hablando con él y se me había pasado el tiempo volando, aunque también he de añadir que estaba ya un poco tocada por el alcohol.
Me propuso ir a bailar, y yo acepté encantada.
Una vez en la pista, comenzamos a bailar, y entre canción y canción nos decíamos alguna que otra cosa.

- Me encantas – me susurró al oído con un tono un tanto sexy. Yo le respondí con una sonrisa mientras dejaba caer mis brazos sobre sus hombros.
- No te aproveches, que voy un poco bebida – reí.
- No me aprovecho… solo dejo que la madre naturaleza haga lo que quiera – volvió a sonreír. Al escucharle, dejé mis brazos donde se encontraban y me acerqué más.

Aitor seguía con aquella chica, pero al ver lo pegados y sonrientes que nos encontrábamos, decidió intervenir.

- Oye, si te vas… me olvidas – le dijo la chica, muy creída, antes de que él se fuera.
- Pues adiós – le dijo con ironía, dirigiéndose luego hacia nosotros.

Justo cuando estábamos apunto de rozarnos los labios, Aitor nos interrumpió. ¡Tan oportuno como siempre!

- ¡Nathalie, me apetece irme a casa ya, vamos! – me agarraba y tiraba del brazo.
- ¡Aitor, ahora no puedo! – miré de reojo a David.
- Venga… ¡por favor! – insistía.
- ¡Aitor, no seas infantil! – lo desafié con la mirada.
- Nathalie, no serás capaz de dejar a tu mejor amigo solo, ¿verdad? – me ponía morritos.
- ¡Está bien! – suspiré. No sé como lo hace, pero siempre me convence. Y lo peor es que es lo mismo que él siempre solía hacerme a mí. Me giré hacia David, mirándole.
- Tranquila, no tienes que darme explicaciones – sonrió y cogió una pequeña tarjetita de su bolsillo, poniéndola en mi mano – llámame. – Asentí con la cabeza.

Salí del local junto con Aitor, montándonos  en el coche y yendo a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario