domingo, 22 de agosto de 2010

Capítulo 2

Una vez acabada mi conversación con el director de la empresa y de a ver acordado todo sobre el trabajo, me puse en camino a mi despacho. Tenía varias cosas que hacer antes de irme de allí. Debía hacer unos cuantos papeleos, atender unas cuantas llamadas telefónicas, ajustar unos asuntos con otras empresas, con artistas… ¡Tenía el tiempo contado y muchas cosas por hacer! Así que me puse a ello lo antes posible.

[…]

Terminó mi jornada en aquella oficina, por lo que salí de mi despacho y me adentré en el ascensor lleno de gente, como siempre.
Todos callados, con caras serias, y mirando el techo de dicho aparato.
A los pocos minutos, y tras parar en cada uno de los tres pisos que había debajo del mío, conseguí salir de ese acalorado rincón del ascensor, dirigiéndome a la puerta principal de aquel edificio.
Salí con paso ligero de allí, ya que no quería que a última hora me entretuviesen con asuntos de trabajo, y me dirigí directa a mi coche.
Allí se encontraba esperándome Aitor, apoyado de costado sobre el coche, y con sus gafas de sol puestas. Con sus típicas gafas de sol de siempre.
Me acerqué con paso ligero hacia él. No sabía nada de él desde hace meses, debido a una discusión que tuvimos, y ahora ¿se hacía mostrar y se presentaba allí?, no podía entenderlo.

- Hey, ¿qué haces aquí? – fui directa, y con decisión.
- Hola, ¿eh? – me miraba a través de sus oscuras gafas – Veo que te alegras de verme.. – me lanzó una de sus sonrisas amables y llenas de ironía.
- He dicho… ¿qué haces aquí? – dejaba mostrar mi enfado.
- Venga preciosa, ¿aún sigues enfadada? – decía apoyado sobre el coche – ¿Ni si quiera me piensas dar un abrazo? – seguía con su sonrisa.
- ¿Pretendes que no me enfade y que te de un abrazo como si nada? – le miré fijamente.
- Venga, Nathalie… no seas así, no seas injusta. ¡He vuelto! – se incorporó, acercándose más hacia donde me encontraba.
- Mira, yo no soy de ninguna forma. Yo solo sé que de la noche a la mañana desapareciste, sin dar explicaciones, ni hacer llamadas, desconectando el teléfono. ¿Enserio soy injusta? – le miré, y a continuación lo aparté de mi paso, abriendo la puerta de mi coche e incorporándome dentro de él.

Se quedó mirando como me metía en el coche, y como me acomodaba en él, Luego reaccionó, y se metió en mi coche, justo en el asiento de al lado del conductor.

- ¿Qué haces? ¡Bájate ya! – lo miré cabreada aún.
- ¿Enserio piensas que voy a aparecer ahora y me voy a ir sin tan si quiera hablar contigo y conseguir que me perdones?
- Pues la verdad es que ya deberías de estar acostumbrado a eso, ¿no? … Digo, a eso de aparecer y desaparecer sin considerar nada – aparté mi mirada hacia la vista delantera del coche.
- Nathalie, lo siento. Y te lo volvería de decir mil veces más – seguía mirándome.
- ¿Vas a bajarte o no? – dije firme.
- No, no pienses que me voy a bajar y voy a volver a desaparecer.
- Como quieras – me puse el cinturón con rapidez y arranqué el coche, poniéndolo en marcha.

[….]

Bajé del coche, cogiendo mis cosas, y sin pararme en ningún momento.
Anduve hasta la puerta de salida de la cochera, donde cogí el ascensor para poder llegar a mi piso.
Ni una palabra, ni una mirada… nada. Ni tan si quiera un suspiro hubo entre los dos.

- ¿Vas a mirarme o a decirme algo? – me decía preocupado, pero yo ni me inmutaba – Nathalie… - insistía, pero yo no le mostraba mi atención. Solo me limitaba a buscar en mi bolso las llaves de mi casa y a abrir la puerta con ellas.

En silencio entré en mi pequeño y acogedor piso, donde al intentar cerrar la puerta, tuve que dejarla entreabierta, ya que Aitor puso su mano de por medio. Después de esto, me siguió, entrando en mi piso y cerrando tras él la puerta.
Aitor, al ver que lo ignoraba al completo y que, obviamente, seguía con mi cabreo, decidió tomar riendas en el asunto. Agarró mi brazo, girándome hacia él, y mirándome.

- Perdóname… - me decía serio.
- ¿Porqué quieres que te perdone? ¿Porqué ahora, después de tantos meses? ¿Porqué te interesa tanto si te perdono o no?
- Porque es importante para mi que me perdones. ¿Qué tengo que hacer para conseguir tu perdón? – me miraba, aún agarrándome.
- Mira, creo que será mejor que no hagas nada… - me solté, dirigiéndome a mi habitación y soltando allí mis cosas. Pero él me siguió de nuevo, quedándose apoyado sobre el marco de la puerta.
- ¿Porqué? Dime solo porqué... – sentía su mirada fija en mí.
- Porque ahora voy a ser yo quién desaparezca – me giré, mirándolo fijamente mientras él seguía sobre ese marco de madera. 

1 comentario:

  1. Me gusta me gusta, aver si poco a poco voy conociendo mas a los personajes, que ando perdida xd

    tQ mi perver.1

    ResponderEliminar